Elvira Llovera - Defiende Venezuela
Somos un equipo de defensores de derechos humanos dedicados a denunciar efectivamente ante el Sistema Interamericano las violaciones de derechos humanos cometidas en Venezuela.
Defiende Venezuela
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Elvira Llovera

Pocos días después de que, en medio de las protestas de 2017, un Guardia Nacional disparara una bomba lacrimógena directo al corazón de Juan Pablo Pernalete y le cegara la vida, su madre, Elvira Llovera de Pernalete, escuchó sobre los niños de un colegio cercano de casa que lloraban la muerte de un profesor. Ella desconocía que el “profesor” al que se referían era su hijo. En sus ratos libres, Juan Pablo pasaba por el colegio y enseñaba a los niños de primaria a hacer rebotar y driblar la pelota de básquetbol.
“Juan Pablo era la alegría de esta casa. Había música, había bulla, había amor, había abrazos, había besos”.

Elvira habla de Juan Pablo con una mezcla de emoción y exaltación. Cada recuerdo, cada anécdota, cada historia sobre su único hijo las cuenta con la fruición con la que se narran las hazañas. Elvira conocía el dolor que le producía a su hijo ver a los niños que mendigaban comida en la calle, sabía y vivía en carne propia de su preocupación por los perros abandonados (rescató y adoptó a varios); que un día le regaló los zapatos que usó para su acto de graduación a un muchacho que pasaba prácticamente descalzo cerca de su casa; que Juan Pablo quería un país diferente. Pasan las semanas y Elvira se entera de nuevas proezas y gestos que su hijo realizaba a diario y que hasta ahora ignoraba:

“Mamá, lo que hace la mano derecha no lo sabe la izquierda”

La sala del hogar de los Pernalete es amplia y oscura. La luz de la tarde se cuela débilmente por la ventana alumbrando trofeos, medallas, pelotas autografiadas, flores y álbumes que Elvira atesora. Más que fotos de Juan Pablo, estos álbumes están llenos de tarjetas del día de la madre, cartas de agradecimiento a sus padres, diplomas y contratos que su hijo hacía con el mundo y con ellos. Elvira los manosea y los lee a diario. De todos los objetos de Juan Pablo que adornan la sala, estos álbumes son el más fiel testimonio del valor, carácter y madurez de un joven que sin haber cumplido los 20 años de edad estaba muy consciente de las desigualdades e injusticias de su país.

“Cuando lo asesinan, yo caí en una gran depresión. No sabía cuándo era día ni cuando era noche. Una tarde, mi esposo me dice: Levántate, porque a tu hijo lo están acusando en la televisión de ser un terrorista, de ser delincuente. Si nosotros no lo defendemos, nadie lo va a hacer. Tomé fuerzas, me levanté y pregunté dónde tengo que ir. Allí empezó la lucha”

Desde la muerte de Juan Pablo, Elvira ha trabajado infatigable para que haya justicia en el caso de su hijo y para que su memoria sea respetada. A pesar de tener pocas esperanzas en las instituciones del estado, ha acudido a cada una de ellas exigiendo respuestas. Adicionalmente, ha llevado su denuncia a instancias internacionales donde ha recibido el apoyo de organismos supranacionales y gobiernos extranjeros.

Elvira exige justicia por la muerte de su hijo pero también por la de tantos otros venezolanos que murieron como él; por los que están presos por protestar o por pensar diferente. Quiere ver los sueños de su hijo hechos realidad:

“No seguir luchando significa traicionarlo a él, significa traicionar su sueño, su legado”.

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