26 Jun Gaby Alfonso

Con el ritmo y movimiento en una gran sonrisa decidió su propósito en la vida: estar al servicio de los demás; el compás de un sueño determinaría cómo: El flamenco. “Yo Bailo La Vida es un concepto, una filosofía de vida. En Venezuela la vida se ha vuelto muy complicada y cada quién decide cómo bailarla, esa es mi verdad, comenta Gaby desde su salón de clases.

Apasionada por el baile desde los 11 años de edad, la también directora de la Academia Zahorí, asegura que la danza es una herramienta muy poderosa con la capacidad de llegar al alma, ya que le permite al cuerpo expresar lo que no puede decir la palabra. “Reconocer tus propios valores y talentos es de valientes, y lo cierto, es que todos tenemos un vehículo distinto para lograr nuestro propósito, lo importante es encontrar dónde eres útil; el mío es el baile”, confirma.

Hoy, a pesar de que Venezuela no baila su mejor canción, la triste melodía no ha impedido que la directora de Yo Bailo La Vida se mantenga en movimiento: “La adversidad me ha invitado a conocerme todos los días, y eso me ha permitido identificar el valor que poseen los demás. Somos una suma de impactos positivos y en el intercambio con las personas, también conseguimos formarnos a nosotros mismos”.

El zapateado flamenco hace eco en su día a día, el tablado forja la inspiración que le invita a innovar en cada movimiento y así definir su Venezuela soñada: “Parte de lo que me angustia es que queremos volver al país de antes y es tiempo de crear cosas nuevas. Es de héroes pararse todos los días a trabajar pero, como sociedad, tenemos un problema de autoestima que nos lleva a soportar todo lo que vivimos. Tenemos miedo a soñar y nos falta una visión de cambio compartido, por eso debemos aprender a reconocernos para poder coexistir como país”, agrega en medio de un salón que pronto ocupará la clase de la tarde.

Gaby Alfonzo defiende Venezuela con el ritmo de la paz, aquel que trae felicidad: “Yo Bailo La Vida le ofrece ritmo, movimiento y compás al país ya que la música nos involucra a todos. Venezuela necesita líderes que bailen la vida, líderes que conecten y presten verdadera atención”, concluye frente al espejo de un salón de danza que muestra el reflejo de quiénes somos y de lo que tenemos para ofrecerle al país